1º microrelato: Ese rostro

Hacia mucho frío, en aquel aislado parque, solo pocas farolas la iluminaban haciendo que el paisaje se viera más pavoroso. Un frío seco calaba cada centímetro de mi cuerpo, tanto era el frío que hacia que en se podía ver, tanto en el suelo como en las ramas de los arboles, hojas que parecía ser compuestas por solo escarcha.

Comencé sin temor a caminar, el lugar me llamaba la atención, aunque para algunos podría transmitir temor o inseguridad, para mi por alguna extraña razón me traía paz y curiosidad. El sonido de mis pasos se escuchaba en cada rincón en forma de eco. Me adentré con seguridad en mi rostro, mirándolo todo, sin dejar lugar alguno que mis ojos no hayan recorrido.... todo era hermoso y tranquilo , hasta que...

Mis ojos curiosos divisaron a alguien, un cuerpo que parecía de un hombre joven, estaba sentado en un banco de frío hierro, bajo una farola parpadeante, una escena que no muchos quisieran ver, pero por sorprendente que parezca no me sentía amenazada, mis piernas inconcientemente comenzaron a moverse en dirección del extraño sujeto, buscaba a la vez que me acercaba, su rostro, que por desgracia una capucha lo tapaba. El tiempo y mis pasos se pararon, sintiendo un escalofrío recorriendo mi espalda cuando note que el individuo se levantaba de su sitio, ya mis piernas no reaccionan, mi corazón latía de una manera poco normal, sentía que se me iba a salir del pecho. y mis manos abrazándome a mi misma comenzaron a temblar.

-¿Quien eres? - pregunté con mi voz casi en un susurro inaudible.

Teniendo a esa figura ya cara a cara aun sin poder ver su rostro por culpa de la capucha, levantó su mano y la posó en mi congelado rostro, y cuando esta acción fue hecha un viento del norte soplo con fuerza haciendo que el rostro de aquella persona por fin fuera descubierta, aun así no lo divisé bien pues mis ojos comenzaron a humedecerse dificultando mi visión.

-No te vuelvas a ir - pronuncié esas palabras sin pensarlo, sin saber quien era aquella persona, cuando se acercó más a mi, dispuesta cerrarlo con un abrazo el sonido de una voz me levantó.

La voz del maestro me despertó, pues el punto de relajación me quedé dormida, y me puse dispuesta a escribir el sueño que mi mente se dispuso a mostrar.


Comentarios